Correr
Suena un disparo. Empezamos a correr. Siento los muslos esforzándose para empujarme. Siento las rodillas esforzándose para no doblarse, no dañarse. Para no doblarme y no dañarme. Para mantenerme recto, erguido. Siento el tobillo darle torsión al pie, permitirle apoyarse, traducir el empuje del muslo en rozamiento con el suelo, en tracción hacia adelante. Veo a quien corre a mi lado. Lo veo por el rabillo del ojo, por la visión periférica. Me siento tentado a girar la cabeza, a mirarlo fijamente. Sigo corriendo. Veo otra persona, del otro lado. No la veo por el rabillo del ojo, por la visión periférica. La veo adelante. Corre adelante mío. Siento mi respiración, el diafragma que baja para agrandar los pulmones y permitir que entre oxígeno. Siento como choca desde adentro con mis abdominales, que hacen fuerza para mantener mi cuerpo firme. Siento el aire que entra cargado de oxígeno. Siento el oxígeno recorrer mi sangre, llegar a cada célula. Siento la respiración celular, el proceso de